La disciplina tiene que ver con las reglas y consecuencias, ¿cierto? Es un asunto serio.
¡No siempre! Cuando se trata de enseñar a tu pequeño cómo esperas que se comporte, actuar chistoso puede hacer maravillas. No en todos los casos de mal comportamiento se puede hacer uso del humor, por supuesto, pero usado selectivamente puede ser una herramienta efectiva de lograr lo siguiente:
Distraer
La distracción es una herramienta disciplinaria clave para bebés y niños pequeños, cuando el «mal comportamiento» es a veces sólo el reflejo de su curiosidad sobre su entorno.
Ejemplo: Tu gateador de 10 meses de edad se dirige hacia algo llamativo, pero potencialmente peligroso. Una manera segura de detenerlo en su acción es decir su nombre y espontánea y exageradamente bailar y cantar de una forma loca su canción favorita, usando una voz súper chistosa. Una vez tienes su atención puedes redirigirlo a algo igualmente divertido pero seguro. ¿La mejor parte? Sin lágrimas.
Prevenir una crisis
Si reconoces los signos de una crisis inminente y logras que tu pequeño se ría, podrás potencialmente esquivar la temida pataleta.
Ejemplo: Es hora de irte del parque y oyes a tu niño con ganas de empezar una pataleta.
En lugar de alzarlo y llevarlo pateando y gritando al carro, con entusiasmo sugiere una carrera hasta el estacionamiento y empieza a correr tontamente. Alos niños pequeños les encanta el humor físico, puedes incluso simular una caída. Lo más probable es que, sólo por el show que le estás haciendo, te siga.
Fomentar obediencia
Los niños pequeños son como activistas en miniatura, protestando por la injusticia de tener que cambiarse los pañales, vestirse y no conseguir lo que quieren cuando lo quieren. Las protestas son tan comunes, de hecho, que tenemos varios ejemplos de cómo el humor te puede ayudar:
Ejemplo: Tu niño está pateando y gritando mientras intentas ponerle un pañal. En lugar de luchar contra él, detente bruscamente y ponte el pañal en tu cabeza. Esto puede ser suficiente para sorprenderlo y lograr que se calme, pero si no, continua con tu broma: «Oh, va aquí (en su osito de peluche)». El objetivo es sugerir lugares chistosos para el pañal hasta que él mismo te
indique el lugar correcto (señalándose a sí mismo) o simplemente comience a reírse
y se deje poner el pañal.
Ejemplo: De forma similar, si tu niño no se queda quieto en su asiento del carro haciendo imposible ponerle su cinturón de seguridad. Di, «Uh-oh, olvidé cómo hacer esto. ¿La hebilla va aquí (en tu oído)? Oh, creo que va aquí (en su oído)». Pídele que te ayude a averiguar dónde va.
Ejemplo: Tu niño se niega a darte la mano mientras caminan en un parqueadero. Cúbrete los ojos con una mano y exclama: «¡No puedo ver! ¡Necesito que me ayudes!» Mueve tu otra mano para que la agarre. Mientras miras a través de tus dedos, permítele «guiarte».
Motivar
En pocas palabras, el humor puede ayudar a volver divertidas situaciones aburridas.
Ejemplo: Puedes enseñar a tu niño de 16 meses a ayudarte a recoger juguetes, pero eso no significa que quiera, especialmente si eso significa que tiene que dejar de jugar. Conviértelo en un juego chistoso haciendo un ruido divertido diferente cada vez que pones un juguete en su lugar. Invítalo a guardar un juguete y hacer un ruido aún más divertido cuando lo haga.
Conectar
Investigaciones sobre la crianza democrática nos han enseñado que la disciplina eficiente se basa en una fuerte relación adulto-niño. El humor, como se describe en todos los ejemplos anteriores, es una excelente manera de conectarte con tu pequeño mientras le enseñas las expectativas de comportamiento.
Para consejos sobre el lado serio de la disciplina, asegúrate de dirigirte a nuestros artículos sobre estrategias para niños de 0-18 meses y 18-24 meses.
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