Imagina un niño de 10 años. Le gusta ir a estudiar y disfruta practicar deportes. Inclusive desde que estaba en el Jardín Infantil ha amado el arte y con frecuencia dibuja en su tiempo libre. También pasa mucho tiempo fuera jugando con un amigo del barrio, montando bicicleta arriba y abajo de las calles e inventado juegos.
Tiene sus altibajos (y siempre los tendrá), pero la mayor parte del tiempo está bien. Es un niño bien educado. Le irá bien en el colegio y en la Universidad. Conseguirá un trabajo en el que se destacará. Se casará y se sentirá satisfecho con su relación. Se mantendrá cercano a sus padres y, lo adivinaste, será un gran papá.
Suena maravilloso, ¿no es cierto?¿cuál es el secreto?
Él es feliz.
En las últimas décadas, las investigaciones sobre la felicidad se han disparado y hay una razón por la que los padres están prestando atención: los niños felices vienen de hogares felices.
La genética juega un papel importante en la felicidad, pero los estudios señalan que tú desempeñas un papel muy poderoso y también que enfatizar en ciertas cosas en su crianza puede resultar en niños más felices:
Concéntrate en tu propia felicidad. Los estudios han encontrado un vínculo muy fuerte entre padres felices e hijos felices, convertirte en alguien más feliz, requiere de esfuerzo y en algunos casos de medicación, pero es posible. Incluso la genética queda por fuera en este asunto. Avances en neurociencia nos dicen que literalmente puedes entrenar tu cerebro para ser feliz.
La felicidad parental es una pieza fundamental en la crianza de niños felices y para ello dedicamos un artículo completo de cosas simples que puedes hacer cada día para entrenar tu cerebro para ser más feliz.
Enséñale a tu hijo esperanza y el lado positivo de la vida. Felicidad y optimismo son como dos mejores amigos inseparables, raramente está presente el uno sin el otro. Acompañar a tu bebé en la infancia está lleno de oportunidades para enfatizar el optimismo. Por ejemplo, si tu bebé deja caer al piso ¾ de su plato de cereal puedes señalarle que ¼ de cereal quedó y decirle: “mira, no lo perdiste todo. Aún te queda cereal”.
Jugar, jugar y jugar.
Mucho juego libre y desestructurado ha sido correlacionado con muchos resultados positivos, y la felicidad es uno de ellos. En décadas recientes el mindfulness -conciencia plena- ha incrementado el nivel de conciencia y se enfoca en que las personas descubran que el estar en el instante presente puede, entre otras cosas, incrementar la calma y la felicidad, ¿Cómo puedes ayudar a tu hijo a obtener los beneficios del mindfulness? Déjalo jugar con toda la frecuencia y el tiempo que sea posible. Para los niños es natural vivir en el momento presente mientras juegan.
Oportunamente, la popularidad del mindfulness surgió junto con un aumento de la tecnología, casi como para contrarrestar nuestra creciente tendencia a distraernos del presente con teléfonos inteligentes, tabletas y demás. Ya lo has escuchado antes y te lo repetiremos de nuevo: por muchas razones, incluido la necesidad de aumentar el tiempo de juego con tus hijos, el tiempo de permanencia en las pantallas del celular, del computador, de las tablets y sobretodo del televisor, debería ser limitado.
No evites que tus hijos caigan, enséñales a levantarse. El valor de equivocarse es realmente bueno. Saber cómo errar está relacionado con elementos positivos, muchos de los cuales están relacionados con la felicidad. Las investigaciones muestran cómo la comodidad y la capacidad de los niños para recuperarse de un fracaso está disminuyendo. Los expertos en desarrollo infantil creen que esto puede ser producto de la sobreprotección de los padres a los hijos al procurar evitarles a sus hijos cualquier fracaso, en un intento irracionalmente equivocado de que sus hijos sean felices.
Cultivar una «mentalidad de crecimiento». A diferencia de una mentalidad fija, en la que creemos que nuestra inteligencia, personalidad y talentos son rasgos fijos que no se pueden cambiar, una mentalidad de crecimiento es aquella en la que creemos que con esfuerzo esos rasgos pueden evolucionar. Este famoso TED Talk de Carol Dweck señala un paso sencillo que se puede dar, comenzando con los esfuerzos de desarrollo de la infancia: en lugar de elogiar a tu hijo diciéndole que es inteligente, fuerte o bueno en algo, elogia el esfuerzo que hizo. En otras palabras, en lugar de decirle que es inteligente cuando finalmente completa un rompecabezas, reconócele que trabajó duro para completarlo.
Concéntrate en la inteligencia emocional. Ser capaz de reconocer, entender y manejar nuestras emociones y las de los demás está asociada con bienestar psicológico y muchos otros elementos positivos.
Procura establecer relaciones desde el primer día: Un apego amoroso, receptivo y constante entre un bebé y su cuidador principal es un fuerte predictor de varios resultados en la vida, incluyendo la felicidad. Es más, un estudio llevado a cabo por la universidad de Harvard por 75 años concluyó que el único y más poderoso predictor de felicidad son «nuestras relaciones y lo felices que somos en ellas». Ayúdale a tu hijo a fomentar las relaciones con su familia, amigos y mascotas.
Sobre todo, cuando te conectas con tu hijo, concéntrate en él sin distracciones. Juega con él, haz cosas tontas, ríe. Una forma fácil de incorporar esto todos los días es con nuestro programa BabySparks, donde puedes encontrar cientos de actividades que no sólo fortalecerán el apego, sino que también apoyarán todas las áreas de su desarrollo.