Los niños pequeños no son famosos por su paciencia y compostura. Viven en un mundo de poder, control, expresión y destreza limitados, haciendo que sea muy común que se frustren con facilidad durante esta etapa de desarrollo. Sin embargo, si la irritación de un niño pequeño se filtra en todas las actividades, es importante saber cómo responder y gestionar este comportamiento. Aunque estos comportamientos son comunes y esperables, no significa que las patadas, los lanzamientos de juguetes, los golpes y los gritos tengan que formar parte de tu vida cotidiana.
Destacados:
● Como los niños pequeños viven en un mundo de poder, control, expresión y destreza limitados, es habitual que se frustren con facilidad. ● Recuerda que cuando los niños pequeños se enfadan, se sienten inseguros. Por eso es importante intentar mantener la calma y el control. ● Algunas estrategias para lidiar con un niño pequeño frustrado son: o Intentar identificar los factores desencadenantes que provocan la frustración. o No recurras al castigo. o Utiliza el refuerzo positivo cuando estén tranquilos. o Establece límites. o Intentar utilizar el humor para calmar la situación. |
Estrategias para lidiar con un niño pequeño frustrado
La frustración es una emoción que puede propagarse como fuego. Si tu niño se siente constantemente frustrado, lo más probable es que tú sientas los efectos. Es fácil enfadarse cuando ves a tu pequeño perder la calma una y otra vez. Pero recuerda que aprender a manejar las múltiples emociones humanas tiene su valor. Controlar la ira forma parte del crecimiento y de convertirse en un miembro compasivo de la sociedad.
El primer paso para controlar el enfado de un niño pequeño es mantener la calma y el control durante los ataques de frustración. Recuerda que cuando se enfadan, se sienten inseguros. Si los padres o el cuidador no son capaces de mantener la calma y la compostura en estas situaciones, hay muy pocas posibilidades de que el niño sea capaz de controlarse por sí mismo. Aunque siempre es más fácil decirlo que hacerlo, es un paso necesario. Darles una sensación de seguridad y control puede sentar las bases para el aprendizaje de habilidades para enfrentar los problemas.
Además de mantener la calma, estas son otras estrategias para que los padres y cuidadores puedan aliviar a su niño pequeño frustrado:
- Intenta identificar los factores desencadenantes. Empieza a tomar nota de las situaciones en las que tu niño se enfada rápidamente. ¿Es cuando se espera que comparta un juguete? ¿No recibe suficiente atención? ¿Intenta hacer un rompecabezas? ¿Intentando vestirse? ¿Las rabietas se producen en un momento concreto del día? Limitar los puntos desencadenantes puede ayudarte a predecir las próximas agresiones y a empezar a entender de dónde procede la ira.
- No lo castigues de inmediato. Cuando un niño pequeño se comporta con ira, frustración, decepción o tristeza, responder directamente con un castigo solo aumentará la hostilidad y probablemente provocará resentimiento. La cuestión es reconocer estos sentimientos y encontrar una manera de expresarlos de forma adecuada. Recuerda que no se trata de borrar del mapa una emoción humana. El objetivo es que tu niño encuentre formas adecuadas de expresar sus sentimientos.
- Usa el refuerzo positivo cuando estén tranquilos. Reconoce cuando tu pequeño esté tranquilo y expresa un comportamiento pro-social, especialmente en situaciones que normalmente conducen a la frustración. «Vaya, ese rompecabezas era muy difícil, pero lo hiciste tú solo». «Sé que has tardado mucho en hacer la fila del supermercado, pero has sido paciente y te has portado muy bien. Gracias».
- Establece límites. Es importante que los niños entiendan que ser violento o agresivo es inaceptable. Cuando estableces límites, puedes reconocer su frustración y ponerte firme al mismo tiempo. Por ejemplo: «Sé que no te gusta sentarte en el asiento del carro, pero no está bien que me pegues».
- Utiliza el humor para suavizar la situación. Cuando es apropiado, el uso del humor puede ayudar a aligerar el ambiente. No es recomendable burlarse, pero hacer una broma de la situación puede servir de mucho. Por ejemplo, si tu niño empieza a enfadarse porque no puede ponerse los calcetines, puedes reírte a carcajadas y decir: «¡Esos son los calcetines tontos! ¡No me extraña que no puedas ponértelos! ¡Te pillamos, calcetines tontos! Vamos a buscar otro par de calcetines”.
Recuerda que tener paciencia es esencial cuando se trata de enseñar habilidades de resolución. Reconocer los sentimientos y establecer limites es un acto de equilibrio. En otras palabras, ¡es frustrante enseñar a un niño pequeño a enfrentarse a la frustración! Llevará tiempo, energía y paciencia, y no ocurrirá de la noche a la mañana. Pero muy pronto, la madurez tomará las riendas y empezarás a notar la capacidad de autorregulación de tu pequeño.
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