¿Alguna vez has visto a tu niño pequeño dándole vueltas a su pelo o chupándose el pulgar y te has preguntado si deberías cortar este hábito de raíz? Cuando se trata de hábitos, puede ser confuso saber qué es normal y qué es problemático. Esto es lo que los expertos dicen al respecto.
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Hábitos de los niños pequeños: ¿Qué es normal y cuándo debes preocuparte?
Veamos algunos de los comportamientos más comunes de los niños pequeños que pueden convertirse en habituales:
Llevar un animal de peluche
Llevar un peluche (una mantita u otro objeto) a todas partes – de habitación en habitación, en las excursiones, e incluso al baño para los niños que van al baño – es bastante común en la infancia. Puede preocuparte que tu niño pequeño se esté encariñando demasiado con su osito, pero sus pertenencias favoritas actúan como objetos de transición a esta edad y proporcionan una sensación de comodidad y/o seguridad. Los objetos de transición promueven la independencia ayudando a los niños a aprender a tranquilizarse y a ganar confianza: Acurrucarse con una mantita favorita puede ayudar a los niños pequeños a dormirse solos, por ejemplo, o usar el osito como compañero de baño puede fomentar la independencia para ir al baño.
Chuparse el dedo pulgar
Chuparse el dedo suele tener mala reputación, pero para los pequeños es una de las formas más naturales de tranquilizarse. Si están abrumados, cansados o simplemente necesitan relajarse, ¡sus pulgares están ahí para usarlos! Sin embargo, chuparse el dedo más allá de la infancia puede convertirse en un problema. La Asociación Dental Americana recomienda que los niños dejen de chuparse el dedo antes de que los dientes permanentes empiecen a asomar. Así que, si tu niño lo ha convertido en un hábito, es una buena idea abandonar esta costumbre antes de que el primer diente permanente aparezca.
Darle vueltas o chuparse el pelo
Darle vueltas o chuparse el pelo es otra forma en la que los niños pequeños se tranquilizan, especialmente cuando tienen sueño. Dar vueltas al pelo es muy común y normalmente no es un problema, siempre y cuando los pequeños no se estén tirando de él. Sin embargo, chupar el pelo puede ser un conflicto porque los niños pequeños pueden tragarse algunos de ellos, que pueden quedar atrapados en el tracto digestivo y provocar graves problemas de estómago.
Cabezazos o golpes en el cuerpo
Los golpes de cabeza y los golpes de cuerpo son, como lo supones, otras formas para auto calmarse. A menudo, ambos están bien (puedes notarlos cuando tu niño se está durmiendo). Pero si estos comportamientos son frecuentes o no parece que puedas apartar a tu niño de la acción, es una buena idea mencionarlo a tu pediatra. En algunos casos, las acciones repetitivas pueden ser un signo de un problema de desarrollo subyacente, como un retraso en el procesamiento sensorial o un trastorno del espectro autista.
Morderse las uñas
No es raro que los niños pequeños se chupen y muerdan las uñas, pues suele ser una forma de hacer frente a la ansiedad o el aburrimiento. Si no es frecuente, intenta ignorar el mordisco de las uñas y centrarte en la causa que lo provoca. Por ejemplo, si notas que tu pequeño se muerde las uñas mientras va a la guardería, averigua por qué esta transición puede ser estresante para él.
Sin embargo, si la mordedura de uñas se vuelve frecuente, puede causar enrojecimiento, sangrado y dolor, e incluso puede llevar a una infección en los dedos o en la boca. Además, puede quitar el esmalte natural de los dientes o hacer que los dientes permanentes crezcan torcidos.
Llevar un chupo a todas partes
Otra herramienta de confort son los chupetes, que son maravillosos para pacificar y tranquilizar… pero esto puede fácilmente convertirse en algo contraproducente. Puedes leer todo sobre el uso adecuado del chupo aquí, y encontrar una guía para destetar a tu niño de él aquí.
En general, estos hábitos de los niños pequeños son formas naturales con las que los pequeños se sientan tranquilos y seguros, y mientras no sean muy frecuentes, es probable que los niños los abandonen. Pero tú eres quien mejor conoce a tu niño, y si algún comportamiento habitual te preocupa, tu pediatra puede ofrecerte orientación.
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