Cuando tu a-veces–quisquilloso-pero-en-su-mayoría-tranquilo bebé, se convierte en un niño furioso que grita y llora, tu mundo puede rápidamente ponerse patas arriba. Pero, por lo menos existe un cierto lado positivo: La fase de las rabietas es normal y no durará para siempre.
Las rabietas son gran cosa tanto para ti como para tu niño pequeño. Tienes que descifrar lo que lo está causando, a medida que tu niño trata de entender cómo hacerte saber lo que necesita. Pero las rabietas en realidad son algo bueno, oculto dentro de un paquete estresante, puesto que tu niño pequeño está aprendiendo a expresar sus emociones en vez de guardárselas.
¿Cuándo empiezan las rabietas?
Las rabietas normalmente alcanzan un pico alrededor de los 18 meses, pero pueden empezar desde los 12 meses. Antes de esto, el que tu bebé se ponga quisquilloso es más que todo un intento de hacerte saber que necesita algo. Las rabietas son más pronunciadas, normalmente se tornan en gritos, lanzadas de juguetes o incluso, golpes y mordidas.
Es común que las rabietas se pongan peor hasta los 24 meses, después se reducen gradualmente hacia los tres años. Para el momento en que tu niño cumpla cuatro años, probablemente tendrá las suficientes habilidades lingüísticas para decirte qué necesita en lugar de tener un arrebato.
¿Por qué le dan rabietas a los niños pequeños?
Existen varias razones por las cuales tu niño pequeño puede hacer un berrinche, pero normalmente se desprenden porque necesita algo de ti. Algunos de los detonantes de los berrinches incluyen:
No poder comunicar sus necesidades.
Los niños pequeños, especialmente, harán una rabieta para hacerte saber que necesitan algo simplemente porque no tienen las habilidades lingüísticas para decírtelo. Tu niño puede tener hambre, sentirse cansado, estar enfermo o simplemente necesita que lo consientas, pero todo se desarrolla de la misma manera, una rabieta.
Envolverse en una lucha de poder.
A medida que tu pequeño crece y desarrolla sus propias formas de pensar, va a querer un poco más de control sobre sus experiencias. Por esto podrás ver a tu pequeño tener una rabieta después de decirle, “No”. Tan frustrante como te parezca, esta es una manera razonable de los niños pequeños de poner tus límites a prueba, descifrar sus intereses y aprender sobre la asertividad saludable.
Cambiar las rutinas.
Hasta los adultos pueden estancarse en sus costumbres y sentirse ansiosos cuando las rutinas normales se interrumpen. Tiene sentido entonces, que los niños pequeños se sientan de la misma manera. Los cambios más pequeños en la rutina, como ir al banco antes de ir a la guardería en la mañana, pueden generarle emociones fuertes a tu niño. Interrumpir las rutinas de alimentación y de dormir también pueden desencadenar berrinches y rabietas, simplemente porque tener hambre y/o sentirse cansado puede hacer que todos nos sintamos extra emocionales.
Las rabietas problemáticas
A pesar de que todos los berrinches y rabietas parecen ser un gran problema tanto para ti como para tu pequeño cuando están sucediendo, es importante recordar que la mayoría de las rabietas son completamente normales. Suelen ser solo otra manera de decir, “¡Necesito algo!”
Sin embargo, las rabietas se vuelven un problema grave cuando tienen causas subyacentes a estos. Los arrebatos frecuentes de un niño inconsolable pueden ser señal de otro problema, como problemas en el procesamiento sensorial, autismo, ansiedad u otras demoras socio-emocionales. Si crees que los berrinches y rabietas de tu niño pequeño no son normales, debes hablar con tu pediatra sobre tus preocupaciones lo más pronto posible.
Trabajar en la inteligencia emocional y las habilidades de autorregulación con tu niño pequeño puede darle las herramientas que necesita para entender sus emociones con más calma a medida que va creciendo. También puedes darle una mirada a nuestros consejos para prevenir las rabietas de los niños pequeños.
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