Al igual que los adultos, los bebés son criaturas sociales que buscan el amor y confort en los demás. Los bebés se comunican desde el principio de la crianza. Por mucho tiempo se pensó en la conexión emocional entre los padres y el recién nacido como un vínculo que ocurre instantáneamente. Esto presionó a los nuevos padres, quienes necesitan más tiempo para adaptarse a su nuevo rol de cuidadores. Actualmente sabemos que la creciente relación entre los padres-recién nacido es algo más complejo que instantáneo. El apego es un proceso, no es algo que surja de la noche a la mañana. Por el contrario, ocurre en el curso de miles de interacciones breves, pero significativas, entre los padres y los bebés, que suceden durante el día a día de los dos primeros años. Cada cambio de pañal, cada tetero o amamantada, cada caricia, contribuyen al apego. Como tal, el apego toma muchos meses para desarrollarse completamente.
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¿Qué es el apego seguro?
Cerca de cincuenta años de investigaciones en la materia nos han enseñado mucho sobre cómo el apego se forma y cuáles son sus beneficios a largo plazo. Los bebés llegan a este mundo predeterminados a entender que su supervivencia depende de otros. Pero el apego va más allá de la supervivencia, es una conexión emocional en la que confluyen la satisfacción de las necesidades tanto del bebé y como la de sus padres. El apego es descrito frecuentemente como un baile, porque cuando los bebés tienen un apego fuerte y seguro con sus cuidadores principales, hay una relación entre ambos fluida, en la que se da y se recibe sin esfuerzo. Esto no quiere decir que los bebés con un apego seguro nunca lloren o se pongan chinches, porque efectivamente sí lo hacen. Pero los bebés con apego seguro se distinguen de otros bebés, porque se calman de manera más rápida y tranquila en presencia de su cuidador. Los bebés buscan a su cuidador principal cuando están estresados sin la necesidad de estar permanentemente prendidos a sus padres o dependientes de ellos. A medida que van creciendo, son capaces de explorar su entorno de manera segura y regresar a su cuidador cuando necesitan esa conexión emocional.
¿Cómo puedes lograr un apego seguro?
Padres que responden de manera sensible y constante a las necesidades de los bebés están en camino a un apego seguro. La idea es que los bebés que reciben este tipo de atención y cuidado con regularidad empiezan a ver el mundo como un lugar confiable y enriquecedor. Este tipo de bebés puede focalizar su atención en el aprendizaje del mundo y su lugar en él, en lugar de preocuparse por si alguien va a atender sus necesidades principales.
¿Cómo sabemos lo que sienten los bebés con esta experiencia?
Por décadas, la estrategia que usaron los investigadores para estudiar el apego seguro, fueron videograbaciones de padres e hijos juntos bajo situaciones leves de estrés y se observaba si en ciertos momentos había o no conexión entre ellos. Estudios más recientes usan el cortisol (la hormona del estrés) para medir la respuesta del niño ante el estrés. Curiosamente, bajo momentos de estrés, como por ejemplo la separación del cuidador principal y luego su reencuentro, los bebés con un apego seguro muestran signos más claros de una relación saludable. Por lo general es visto que durante la separación los bebés lloran, pero se recuperan rápido cuando el padre o la figura cuidadora o principal los reconforta y finalmente continúan jugando felices.
Los padres se angustian frecuentemente cuando oyen a sus bebés llorar y están separados, pero esto en realidad es un signo positivo de apego; el bebé está comunicando que su “base segura” está lejos de su vista. Lo más importante es lo que ocurre a continuación. Los bebés que se sienten seguros en el mundo usualmente se recuperan en presencia de otros que los cuidan. El bebé retorna a jugar gradualmente, a alimentarse o cualquier otro tipo de interacción con quién esté a su alrededor. También hay una diferencia clara en cómo se calma y reacciona un bebé en presencia de sus padres (u otro cuidador principal) comparado con la reacción que tienen en presencia de alguien menos familiar para ellos. Incluso antes de que puedan verbalizar la situación, un bebé está comunicando “me siento mejor cuando te veo, cuando estás tú, yo confió en que tu vendrás a cuidarme”.
¿Esto significa que tengo que responder a cada quejido del bebé o pongo en riesgo el apego?
No, para nada. El apego no requiere que esté al lado de su bebé cada segundo. Algunos han malinterpretado la investigación del apego para pensar que este es el caso. De hecho, la relación padre-hijo debe ser un equilibrio entre la dependencia y la independencia. En los primeros meses, los bebés lloran por muchas razones: incomodidad, agotamiento y hambre son algunas de ellas. Los padres deben estar razonablemente disponibles para las necesidades de su bebé, pero eso no significa que a un bebé no se le deba dar la oportunidad de aprender a estar confortable por sí mismo a veces. De hecho, esa es una habilidad importante que los bebés deben aprender con el tiempo. Los padres de todas las culturas difieren en qué tan cómodos están con el hecho de dejar llorar a sus bebés. Además, reciben muchos consejos sobre cómo comportarse ante el llanto, las rutinas de sueño, malcriar, entre otros temas, por parte de familiares, amigos y extraños. La evidencia muestra que una gran variedad de métodos de crianza puede resultar en un apego seguro. Por lo tanto, siempre y cuando seas bastante consistente y generoso con tu bebé, desarrollarás un patrón de relación saludable que funcionará para ambos.
¿Pueden los bebés tener más de un apego?
Los expertos están de acuerdo en que sí. Esta investigación debería ser tranquilizadora para los padres que trabajan y a quienes les preocupan que las ausencias prolongadas con sus bebés sean un riesgo para el establecimiento de un vínculo seguro entre ellos. Los bebés pueden establecer apegos simultáneos con los adultos que los están criando. La clave es estar 100% presente con los bebés, leyendo sus necesidades, aprendiendo sus señales y respondiendo adecuadamente a cada una. Se requiere práctica para distinguir entre el llanto de hambre y del cansancio extremo. Así como se necesita paciencia para agacharse ante un niño enojado y averiguar qué es lo que mejor funciona para calmarlo: si mecerlo, arroparlo, tararearle, o una combinación de las tres. Si tu bebé interactúa regularmente con múltiples cuidadores, es clave que se comuniquen entre ellos lo que han aprendido del temperamento del bebé y sepan cuáles son las mejores estrategias para calmarlo. Es de igual importancia estar de acuerdo con las tácticas y rutinas que se vayan a implementar. Esto le enseñará al bebé que el mundo es un lugar predecible, acogedor y que puede confiar en que alguien responderá a sus necesidades cuando está estresado.
¿Cuáles son los beneficios del apego sano?
Estudios han mostrado que un apego sano es el mejor pronóstico de bienestar en los niños. Entre los resultados positivos está que crecen siendo autosuficientes, manejan bien el estrés, les va mejor en el colegio y forman relaciones más sanas. En conclusión, un apego saludable es la meta que todos los padres quieren para sus hijos. Y la mejor manera de conseguirlo es reconocer que ninguna acción individual va a romper o establecer ese apego, más bien hay que comprometerse a ser tan sensible, afectuoso y consecuente como pueda con su bebé. El baile entre tu bebé y tú probablemente no va a ser perfecto siempre, pero tu relación se beneficiará de tus constantes y amorosos esfuerzos.